lunes, 19 de agosto de 2013

Rosa Cedrón nació en Monforte de Lemos -Lugo- Galicia (España) un 25 de Octubre de 1972 en el seno de una familia con gran tradición musical, aunque muy pronto se mudaría a Coruña, donde pasó la mayor parte de su infancia. Con tan solo 8 años, empezó a interesarse por el mundo de la música, inquietud que le llevó a ingresar en el conservatorio y comenzar a formarse de un modo genérico hasta los 10 años, cuando descubriría su verdadera vocación: El violonchelo.
Cuentan personas de su entorno que desde entonces, Rosa y su violonchelo se convirtieron en inseparables a pesar de su corta edad. Su empeño y dedicación eran tales que compaginó sus estudios con su ingreso en la Orquesta de Cámara Municipal de A Coruña y posteriormente en la Banda Municipal de dicha ciudad. Tras años de preparación y un expediente brillante accedió a una plaza como profesora en el Conservatorio de Ferrol, impartiendo clases a un gran número de alumnos. Estas experiencias delimitaron y ampliaron su formación clásica y estuvieron a punto de definir permanentemente su espectro musical.
Pero un hecho relevante cambiaría su vida: la invitación a colaborar en un concierto conmemorativo del décimo aniversario del grupo Luar na Lubre, supondría un giro radical a su carrera. En el Teatro Rosalía de A Coruña, Rosa Cedrón tiene su primera toma de contacto con el grupo. A partir de entonces, y en un momento de reestructuración de la banda, se le plantea la posibilidad de entrar con carácter permanente. La idea inicial de que Rosa Cedrón fuese la violonchelista de Luar na Lubre, se trastocó de un modo definitivo, cuando su hermano, Javier Cedrón, violinista por aquel entonces del grupo, le hizo partícipe de la sugerencia del resto de sus compañeros: todos pensaban que Rosa tenía una gran voz y que podría ser una importante baza el hecho de que cantase en la banda.
Rosa asume con gran ilusión este proyecto, hasta el punto de que la incompatibilidad de horarios surgida entre su trabajo en el Conservatorio y el grupo, le hagan apostar firmemente por Luar na Lubre y renunciar a su plaza de profesora. Gracias a esta oportunidad, aflora su verdadera pasión y decide dedicarse en cuerpo y alma a cantar, preparándose intensamente, adquiriendo la técnica necesaria sin descuidar el sentimiento que la caracteriza y rindiéndose ante la evidencia de que a su vida estaría marcada por esta nueva faceta.

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